Hay un clavel en tus manos,
una roza en el clavel,
una simbiosis
que no puedo comprender.
Una forma que se desvanece,
un pétalo que cae,
que debo dejar caer.
Brillo hilarante,
deslumbrante,
devoto solo a tu apariencia.
La luz es tu esclava,
los ojos que te ven,
desviando su atención,
desean y se cierran.
Atadas y errantes,
tus manos y sus flores.
Si puedes verlo,
veras un corazón,
dentro de la rosa,
que yace deslumbrada,
en el fulgor de tu luz.