Flor que llegas en el alba de la mañana,
me despiertas, acariciando mi rostro.
Renaces en la profundidad de la nostalgia.
Un espejismo se ha aproximado para recordarte.
Dejas una fragancia inmaculada, pero efímera.
Tus colores radiantes iluminan mi habitación,
y en mi ansiedad solo quiero escucharte.
Pero un vacío profundo se presenta,
donde solo la orquesta rememora nuestro pasado.
Aun así, no puedo sintonizar las notas musicales.
Tú, flor de la mañana y colorida, te has marchitado.
Vuelve, vuelve a mí todas las alboradas,
para recordarme quién soy y dónde habita mi espíritu.
Regresa, como siempre, y adorna la majestuosidad pasada.
Mañana será el reencuentro olvidado.