Con la voz afilada,
punzante y decidida,
en cada madrugada
me confundo en las sombras
y agobiado apuñalo
al estruendo grotesco,
feroz, extravagante,
que el silencio ha vertido
en toda esta distancia
que no nos merecimos.
Desgarro los telones,
pesados, insolentes,
que cayeron de golpe
en medio del camino
donde nos abrazamos
sin poder contenernos
las manos, las miradas…
Me canso de buscarte
en todos los espejos,
que cuelgan de tu espalda,
pedazos de faroles,
astillas de esperanzas,
se esparcen por el suelo
a los pies de la nada…
La mañana te espera,
con la mesa servida
y el café más intenso,
mientras que un sol rojizo
salta del horizonte
y estalla en la ventana…
La mañana te espera.
Yo sólo te recuerdo,
mientras hablo en silencio
con un montón de versos
que callan por nosotros…
…y cierro la ventana.