Gemía,
tras mis cortinas.
-Presente,
siempre
en mi vespertina.
Con un apetito,
que devora la noche
tras rumbos desolados
por las curvas
de un grito,
y de un León.
Desgarra con sus garras
el concreto del silencio.
Vírgenes
en capillas,
y secretos.
Hombres en capuchas.
¡Héroes!
dicen,
en sus luchas.
Mujeres cargando sus perlas;
sus broches.
reproches
de penas
en tejidos.
Negros,
sus vestidos.
!Cubreme la casa torcida!
De cuentos de hadas,
cascadas,
de inventos.
¡Qué dulce tormento!
en las plazas
de su aposento,
Donde lloran sus hijos
Crecen flores de Malinche.
Beben Guardabarrancos.
Y felinos,
¡Felinos, míos!
De noche
tras mágicos coches,
candelas,
espantando
a sus poetas y
a sus abuelas.