Puerta que abduce a la huida,
hacia un escenario indolente
que no permite
dar un sorbo al ahora,
ni degustar el dulzor
de un abrazo,
ni sentir la erupción
de la espina alojada
en el cielo del paladar,
ni tomar cuantas decisiones
puedan o no
llevarme al fracaso.
Miedo;
porque es miedo a defraudar
y defraudarme,
miedo a abandonar
y abandonarme,
miedo a cruzar esa puerta
próxima al olvido.
Miedo
que me envuelve y eriza,
que penetra en mis sentidos
cual hilos de marioneta
que maneja a su antojo.
Lanzo un guiño a su orgullo,
seduciéndole en la alcoba
donde yo muevo los hilos.
Ser valiente
es adueñarme del miedo
para ascender y caerme,
y levantarme de nuevo
para volver a caerme,
no siempre se logra el sueño.
Clausurada tengo esa puerta,
porque en mi vida,
la suma,
anula siempre a la resta.
No sé si es posible la huida, pero es imposible el olvido.
Tus versos lo expresan de una manera preciosa.
Escribes muy bien, José Antonio.
Que tengas un buen finde
Hay tantas cosas que son inevitables, que aunque nuestro ingenuo pensamiento nos engañe, hacia allá nos lleva: hacia el olvido. Muy hermosos tus versos. Me encantó leerte. Saludos cordiales.
Muchas gracias por tus comentarios María,
Efectivamente, siempre hay que marchar de frente, y solo agacharse para anudar bien los cordones.
Un abrazo y buen Domingo.
Que versos más sabios y más valientes, desnudas con ellos ese miedo a veces tan irracional que se apodera de nosotros y nos paraliza, muy reflexivos!!!