(Lírico)
¡La noche nos disfraza los sentidos!
Bajo su manto, podemos ser mozuelos
o unos vividores pervertidos.
Podemos ser querubes en los cielos,
y sobre el suelo, caer como fluidos.
La noche, que, me engulle, no se sacia,
se aprendió mi nombre y mis horarios
y mis gustos más impuros ¡Qué desgracia!
Estoy a punto de pagar sus honorarios.
Los placeres de la noche, son joviales,
tienen la belleza de un Adonis adorable
y la esencia de las flores bisexuales,
y me deja sus aromas perdurables.
Yo conservo en la boca, los olores
de sus partes más sensibles y vibrantes,
y casi no duermo, por hacerle los honores
frente a Dios y sus leyes intrigantes.
La noche no será para dormir, no será
para fingir que me arrepiento,
la noche es un íncubo que me protegerá,
si acaso, remontara el sentimiento.
La noche eyacula estrellas tibias,
y en mi boca temblorosa, te vacías,
y te escucho sollozar cuando te entibias,
en la noche, que cumplió mis profecías
Nuestra noche que, ocurrió recientemente,
mientras tus caricias suaves,
aumentaban el tamaño de mi orgullo,
y con hilos de semen, te moldeaba un capullo,
después, tus palabras revolotearon graves
como luciérnagas de algún verano ardiente.
Jorge Martínez C.
Autor.
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