No se escuchan ya
las sirenas,
pero siempre
acaba el sueño
fantástico.
Con el corazón
y los ojos bien abierto,
descansa el amor
en una playa alquilada
de cemento.
El sonido del silencio
es tuyo y mío,
todas las arenas y sal
del olvido también.
Si el sol, se cayera
y las aguas de los océanos
desaparecieran,
tú siempre
junto a mí
mirando hacía arriba,
nuestra
estrella
de cristal.
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Preciosos versos, gracias por compartirlos!!
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Un poema precioso, Rafael!
Un abrazo.
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