A latigazos entiende el hombre
los estigmas de la vida,
a latigazos y sin anestesia
bebe el vaso cruel de la realidad.
Un pájaro nuevo canta
en angustiado sonido,
muerde el sol
con su boca de acero,
hace vuelos perdidos el jilguero,
pierde el brillo enero.
¿Qué viento
puede regresar
los retazos de vida vividos?
¿Qué montaña puede retener
nuestras risas en sus vasos?
El hombre nació
para la milicia de la vida
y en su boca hambrienta
bebe hiel, flor y llanto.
La fábrica de la vida
escupe arena insensible,
apóstoles muertos,
caballos libres desbocados,
ilusiones flotando
pobres sin ropa nadando
y algún farol alumbrando.
En el camino de ovillo
todo se pierde,
la juventud,
los honores,
las riquezas…
Solos quedamos desnudos
lamiendo nuestra nada,
solitarios, mudos.
Nuestros libros
hablarán de nosotros,
si caminamos en renglones derechos
o extraviamos la brújula
en algún mar perdido.