Estampa del poder

Del castillo adormecido
se levanta «vodă» Țepeș,
filo y brillo de la espada…
mil cabezas en el puente,
y en el puente todas ruedan.
Su cigarro entre los dientes,
en la mano papeleo;
y humo y sangre… y viento y nieve.
Llegan «vodă» y «vodă» y «vodă»,
y de pie o sentados vuelven
la cabeza, mil a mil,
para resolver la muerte.
—¿Y este bárbaro remedio
de qué sirve a nuestra gente?
¿Qué es matar de cualquier modo,
como un tártaro insolente?
—Sirve a nuestra gente, sirve,
mientras que la empresa pierde.
—¿No iba bien la empresa acaso?
Los señores ríen fuerte,
ríen fuerte y se sonríen.
—Toda tierra palidece
frente a nuestra producción…
de agua negra y polvo breve,
carne azul de descarnado
y este pan hecho sin mieses.
—¿Y en estacas, mis señores?
¿Y en estacas, qué sucede?
No hay ladrones ni bandidos,
según dicen mis papeles,
todo es justo, y todo brilla…
—No es tan fácil, «vodă» Țepeș,
no hay madera… ¡no hay madera
que consienta a los clientes
y los deje satisfechos!
—¡Ah, la economía verde
de madera que no muera!
La potencia somos… y eje,
y eje de la historia nuestra…
Para aquella vasta hueste,
todos piensan, todos piensan
cómo hacer la empresa alegre…
«Vodă» Andrei se rasca el coco
y habla entre ronquidos leves:
—Yo propongo hacer estacas
con el tilo, si Dios quiere.
Y sopesan y hablan todos,
y se rascan testa y pieles
hasta que habla Țepeș firme
como debe y como puede:
—¡Yo propongo hacer estacas
con el tilo, si Dios quiere…!
Todo el mundo aplaude y llora,
¡todo el mundo grita y llueve
sangre y pechos arrancados…!
Los sollozos y los vientres
ignorados a la puerta
se sonríen y enverdecen.
Harapiento ríe el pueblo,
y este… viejo… dice, ardiente.
—Todo marcha bien, amigos,
todo marcha como debe:
y en la producción de estacas
superamos trece veces
ya al demonio americano…
¡Tantas veces…! ¿Cuánto es trece?

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