Descubrí a Cohen muy, muy tarde, con 27 o 28 años. Bueno, mentira, ya conocía " First We take Manhattan" desde mi niñez , siempre me causaba desazón ese vídeo. Creo recordar que era bastante retransmitido en los programas(maravillosos) de vídeos musicales de la época.
Sigamos, como decía, descubrí a Leonard con 28 años, pero fue empezar a sonar “Dance me to the End of love” (lo recuerdo como si fuera ayer) en mi “mini-cadena” musical y sentir algo único, engancharme de lleno a la primera.
En un arrebato, muy típico de un servidor, decidí comprar una entrada para un concierto que daba en Granada(Altarfe) y marchar solo.
En el tiempo que transcurrió hasta dicho concierto, me convertí definitivamente a la religión
“Cohenciana”. Porque para mi este Señor es algo más que un cantante, es un cirujano de las entrañas del Alma. Meterme Cohen a diario y a todos horas. Leer Cohen. Escuchar Cohen.
Lo que sentí en ese concierto creo que no hace falta que lo escriba aquí, mas creo que es obvio.
Hubo una canción que me destrozó especialmente, tanto por su contenido como por como Leonard se arrodillaba y abría su interior en canal cantándola a modo de letanía. Esta fue “Waiting for the miracle”.
Al volver a Canarias, decidí, tras pensarlo mucho y con mucha vergüenza, hacer mi humilde versión libérrima a modo de homenaje y reverencia.
En Ella planteo el diálogo y tórrido romance entre un hombre y una mujer, intercalado por “una voz en off” que aporto Yo a modo de narrador y frases de “Waiting for the Miracle” ; esta últimas se encuentra en cursiva.
Discúlpame Leonard por este atrevimiento. No te rías mucho. Estés dónde estés, espero que no exista la tristeza. Por aquí sigues muy vivo y presente.
Tu discípulo, Israel.
ESPERANDO EL MILAGRO (VERSIÓN LIBERRIMA DE “WAITING FOR THE MIRACLE”, LEONARD COHEN)
Él: He vuelto a creer que merecía un premio en forma de sustancia. ¿He hecho méritos para lo que estoy haciendo ahora? Para lo que si estoy haciendo méritos es para lo que viene después.
Ella: Te he estado enviando miradas, pero tú sigues esperando a que el milagro llegue.
Son dos corazones que se mantienen con vida gracias a los latidos de la gente.
Él: Han pasado 48 horas en 5, al principio me acorde de ella… Y ahora entro en casa y prefiero no castigarme delante del espejo.
¿Qué hay debajo del fondo de un pozo?
Ella: Del abismo al que volaste al abismo en el que me esperas. Estoy tocando a las puertas de tu vida a venderte libros de páginas iguales.
No creo te gustara, No creo que te gustaría estar aquí…
Él: Ahora repto por la ciudad. Ayer me dieron diez besos. ¿Dónde están Ellos ahora?
Ella: Son parte de la ausencia. Ayer no preguntabas por los besos, ayer preguntabas: ¿queda algo de coca aún? ¿Qué pasa amor? ¿Has aterrizado mal?
¿Se puede morir después de resucitar?
Esperando el milagro no queda nada que hacer.
Él: Nunca he pretendido morir por ti, aunque tampoco consigo vivir. Soñé contigo, estabas casi desnuda. Pero algo de ti era luz, las arenas del tiempo caían de tus dedos y tus pulgares. Y Yo estaba esperando a que el milagro llegara.
Ella :Estás bailando tarantelas en el cielo y los pies te empiezan a quemar. Duermo con Belcebú cada noche y conozco esa canción.
No hay entretenimientos y los juicios son severos, la puerta del servicio del paraíso lleva al averno.
Él: Yo sé que debe haber herido tu orgullo permanecer bajo mi ventana con tu corneta y tu tambor mientras yo estaba esperando que el milagro llegara.
Ella: Se que soy un segundo plato.
Él: Hubo muchas invitaciones, y yo se que tú enviaste algunas.
Un puño ensangrentado estrangula sin piedad a la razón que agoniza.
Ella: No te sigas engañando intentando borrar de tu memoria lo que pasó, no malgastes el tiempo pensando que te recuperaras. Sólo tengo anfetaminas.
A mitad de la escapada no hay vuelta atrás, pero tampoco se puede huir más.
Se puede morir después de resucitar.
Nada queda que hacer cuando sabes que te lo han arrebatado.
Un punto y aparte, columpio enajenado que se balancea por encima de la vida, a un lado la tristeza; al otro la alegría.
Un cuarto de botella, recortes de bolsas de plástico, dos seres humanos, cenizas por todos los lados menos por donde tienen que estar. ¿Qué estarán haciendo ahora sus familias?
Él: Me he asomado a la ventana, vi una enorme nube de polvo, vi caballos pasar. Ahoguémonos en nuestra sangre, vamos a tapar nuestras heridas, vamos a flotar en nuestro sudor frío.
Buscaban un hilo de esperanza en medio de la tormenta y han encontrado un cable de alta tensión.
Nada queda que hacer cuando sabes que tienes que continuar esperando a que el milagro llegue.
Él: Se me cerró el alma.
Ella: Yo nunca pretendí condenarte al dolor eterno.
Él: El dolor cuando no duele, carece de significado.
No hay nada que hacer cuando estar sobrio es una infección.
Las semillas de crisantemo están sembradas, crías golondrinas desesperadas piden de comer con ansiedad.
Él: Nunca te abracé en sueños.
Ella: Nunca soñé con abrazar a nadie.
Y ahora miran fotos tomadas hace diez años y sueñan tener esas caras. Es como si un ciego pretendiese volver a ver. Es como pretender que crezca una pierna amputada.
Nada queda que hacer cuando sabes que has sido arrebatado.
¿Acaso no tienen fotos esnifando una raya tras otra?
Él: Te agarraste a mí entre el pasado y mañana.
Ella: Me agarré a un silencio tartamudo, agarrada a la nada, ahora pendo del suéter de tu sonrisa que se deshilacha sin parar.
Y sueña que llega desnuda y sucia a la fiesta de fin de curso. Despierta. Tarda un rato en saber dónde está.
¿Quién les robó la mirada para siempre? Quedan sentimientos en estado vegetativo, dormidos en la vigilia.
Amortizando las dosis mantienen el diablo a raya. Es como para sentirse orgullosos. Poniendo cada vez más tierra de por medio entre ellos y la vida.
Nada queda que hacer cuando mendigas por una migaja.
El sexo es comer por no morir. En la aridez y monotonía de su sexo, Él pasa desapercibido entre el paisaje, sin ser visto ni sentido. Es la antesala del delirio, del no soñar interrumpido, de morirse por un rato y volver, ser arrastrado por un buitre y caer desde lo alto, caer en la autopista y yacer bajo la lluvia, es sentir alivio cuando el ruido del amanecer penetra en la grieta del desvarío y seca el sudor.
Y cuando gritan los escalofríos, saben que viene la nube del pecado, nubes de polvo que remueven los escombros asentados. Y ahora toca achicar miedos, echarlos al mar, estar cada vez más cerca, cada vez más lejos. Sus padres mueren una vez al día.
Y ellos te preguntan como te sientes, luego tú contestas que no te puedes quejar. Si te estrujan por información es cuando tienes que actuar mudo: sólo di que estabas ahí esperando a que el milagro llegara.*
¿Qué hacer con una pieza de puzle cuando cae en una caja equivocada?
¿Qué hacer cuando cada día te acribilla pero no te mata?
Él: Hemos estado solos demasiado tiempo, estemos solos juntos. Veamos si somos así de fuertes. Hagamos algo loco, hagamos algo absolutamente equivocado. Casémonos. Con el dinero de la boda pagaremos nuestras deudas. En la luna de miel iremos a un restaurante caro.
Nada queda que hacer cuando sabes que te lo han arrebatado.
Y aun sonríen mientras comen un racimo de uvas. Y aun respiran sentados en los trozos de tierra que quedan entre urbanizaciones.
Nuestros hijos que no nacieron, sonríen aliviados, no han sido tan felices desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Esperan que el milagro no llegue.