Hoy partís, tú y tus guerreros,
una fuerza formidable
que la Hélade alumbró,
camino del sol naciente
vais a conquistar los mundos
que sólo oísteis nombrar;
con la fuerza de las armas
los deberéis de ganar
No es designio de los dioses
que dejéis a vuestro paso
una tierra desolada
arrasada a sangre y fuego
sino un huerto resembrado
con primor y con cuidado;
esparcid vuestra simiente
cual si fueseis flor de viento
y procura medir bien
cada golpe de tu espada;
las vidas de quienes mates
en tus sueños quedarán
deberás de contener
la arrogancia del que vence;
compadécete y consuela
al postrado ante tus pies
cauteriza sus heridas,
y que su alma también cure
y esas lágrimas vertidas
regarán la nueva mies
No cedáis a la soberbia,
no os creáis en el Olimpo;
tan sólo sois hombres libres
en tierras pobres nacidos
Vuestro final llegará
y os perderéis entre el polvo
pero todos vuestros nombres
se salvarán del olvido.