A la sombra de una higuera,
un viejo banco se presta,
a escuchar cuantas historias
bullen en viejas cabezas,
cabezas que van marchando,
historias que no regresan.
Has filmado mil paisajes,
descrito hazañas,
narrado guerras;
ya no encuentras que contar,
contado está
todo en la tierra.
Ve y busca esos viejos bancos,
siéntate y que te cuenten
aunque todo fue contado,
del corazón de esa gente
fluye todo aquel pasado
que da luz a su presente.
Junto al quicio de una puerta
un viejo banco te espera,
para contarte el vacío
que una campana le deja;
ya solo queda un difunto,
y ese difunto, es de piedra.
Muchas Gracias Ivka por este bello comentario, y como lo dices.
Me encanta que te haya gustado
Perdona el retraso de la contestación,
No atravieso mi mejor momento.
Un fuerte abrazo y espero estes bien.
Muchas gracias Wallace.
Cuando visito pueblos y aldeas pequeñas, me encanta sentarme con los lugareños. No te puedes imaginar las ganas de contar que tienen, y cuanto se puede aprender de su experiencia de vida.
Hay lugares que he visitado con tan sólo cinco o seis personas mayores que seguro a día de hoy han pasado a ocupar la lista de pueblos fantasmas que adornan nuestra geografía.
Este poema es un pequeño homenaje que hago a esas gentes que habitan esos lugares apunto de desaparecer.
Un fuerte abrazo.
Mis disculpas Varimar por la tardanza a la contestación de este hermoso y apreciado comentario.
Como bien dices, son bancos cargados de cientos de historias, bancos que con el transcurrir de la vida se han ido cargando también de una terrible soledad.
Un saludo muy cariñoso.
Mil gracias Sinmi. Este poema es un pequeño homenaje a esos últimos habitantes de esos pueblos apunto de extinguirse, con enormes ganas de ser escuchados.
Tan llenos de vivencias, son autenticas enciclopedias de vida.
Un saludo cordial.