Vienen a mi como traídos por el viento,
como si fuera yo, el propietario de la verdad.
Vienen hambrientos o llenos de olvido,
como si yo supiera como sanarlos.
En cuanto llegan me observan con impaciencia,
mientras preparo mis artilugios.
Me contemplan con manos vacías creyéndose mis amos,
presuroso remiendo los tirones de su alma .
Cuando se van, se lo llevan todo,
se juegan a suerte mi tiempo y mis pensamientos,
y con todo, se marchan molestos,
mientras yo recojo los escombros de oficina.