No estaba en mis planes quererte como ahora
mi corazón estaba cansado del paisaje.
Dejé que te recostaras en mi cama
y rodé mar adentro arrastrada por tus redes.
Desde entonces, guardas mis ojos en tus lunas
y vamos directo hacia el rojo escarlata del latido.
¡Mi dulce amor, amante que desarma mis días!
Dime si es que acaso las palabras envejecen,
si tengo derecho a salir un rato por el mundo
sin miedo y sin zapatos y estirar las piernas.
No estaba en mis planes poner a correr el corazón
ni someterlo a una maratón pateando el aire.
Dejé que retozaras en mi cama con todo mi equipaje
y permitiste que entrara desnuda, en tu huerto de azaleas.
Ahora, guardo tus besos en un cofre de plata
mientras recojo con mis manos, las palabras del cielo.
No estaba en mis planes apuntalar el corazón con un sueño
y desde entonces, se desvistieron todas las estrellas.