He columpiado un número,
el peso de un racimo de luciérnagas hermafroditas,
y mis brazos se mancharon de vaticinios.
Color arcilloso, en la mitad de una penumbra.
Soy como la hembra cavilación de un péndulo
y ese artefacto lleva guardado un disparo
y el rezo de un árbol para el colgado…
Este escapulario no lleva almanaques.
( Dudo que sea obra del diablo…)
No son mercadería para un ábaco,
es tan solo mi alma, desgranando el arte de mi despedida.
Jarabe para dejar de ser una libélula en la bandera
de cierta multitud, que va a otro rio…
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