Esa voz

Ella siempre me llamaba
yo escucharla no quería
o fingía que lo hacía.
A mi oído susurraba
mas yo, esquivo, la ignoraba.
Fue tras caer en la sima,
con todo aquel mundo encima,
que la quise concitar
¿Qué me quería contar?
¿Por qué ahora no me llama?

Y ahora caigo en la cuenta
que aquella voz de advertencia
era la de mi conciencia
ayer amable y atenta
hoy despechada y molesta.
En esta profunda falla
ni me busca ni me halla.
No desaires a esa dama
escúchala cuando llama
y témela cuando calla.

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