Esa tarde vi llover…
Vi amapolas en mi cielo.
Tierra roja y cenicienta
resbalaba por mis dedos.
Esa tarde desteñida
atrapada entre las celdas,
desolada entre nostalgias
me jugaba la sonrisa en un blues
Y dos porqués…
Vi las letras de un nosotros.
Escribían la tragedia,
tachaban sobre tu espalda
un ven pronto, te esperamos,
ven desnudo y trae café…
Esa tarde vi llover a las huellas de la tierra,
a los árboles
a los dioses
a la montaña,
y a la carne de la niebla…
Esa tarde me caí,
Y volví y repetí mi vestido azul celeste,
solo por esta vez, me dije
—casi, casi, transparente–
Agitada la maleza
solo cuatro , cuatro olas de mariposa
y un latido blanco puro
desvalido y confundido,
que perdí sobre la hierba…
Esa tarde vi llover.
No era lluvia, ni fue agua…
Era yo: Era mi sed.