El viento me impulsa sobre los surcos
verdes donde se humilla el trigo,
el campo tiene la desolada desnudez del yunque
y, en los gaviones inundados,
bucean los cardos como acuáticos erizos,
caballitos en un mar minúsculo;
los barbechos anegados por las copiosas lluvias,
temen que habrán de renunciar a la cosecha.
Va ondulando, amando a una mujer terrosa
que comparte su veneración y angustia.
Sobre el asfalto, sobre los bojes rotos,
la cólera del viento estremece las hojas
y dibuja arrugas cortadas a navaja en los rostros.
Y con el viento, el odio, la rabia
que mueve al terrorista y mantiene en pie
los cadáveres de nuestra última guerra fratricida.
El campo sin duda, debe subsistir, a pesar de los infames gañanes, escoria de políticos y ecologistas de teclado, que quieren acabar con él. Tu poema es un canto a la tierra que nos alimenta y a la gente que de su labor, hace su mundo de subsistencia. Un placer leerte. Saludos.
Aca en mi pueblo somos los campesinos de tierra y abono. De pie el estandarte de unas manos que llevan el pan a la mesa. Entre hermanos aun existe el abrazo.
Siento que la última estrofa, particularmente poderosa, nos recuerda la fragilidad de la vida humana y cómo la rabia y el odio pueden destruir todo lo que es hermoso y valioso en este mundo.
Va ondulando, amando a una mujer terrosa
que comparte su veneración y angustia.
Sobre el asfalto, sobre los bojes rotos,
la cólera del viento estremece las hojas
y dibuja arrugas cortadas a navaja en los rostros.
Y con el viento, el odio, la rabia
que mueve al terrorista y mantiene en pie
los cadáveres de nuestra última guerra fratricida.
Tu poema es acuarela dibujada con palabras, que como los vientos, desde y hacia todas direcciones empujan las nubes y en sus aguas mezclan los colores que en versos vam mostrando el mundo al Mundo.
¡Vale todo!Buen poema.
Abrazo