Con un grito de luz estalla la mañana.
Por entre los parterres florecidos,
sobre una pasarela imaginaria,
se afanan las inquietas mariposas
en lucir sus modelos primavera-verano
de temporada alta.
Y al desfilar, se ríen
con risas de colores cuando mueven
sus delicadas alas.
Hay nubes blanquecinas por poniente.
El aire huele a rosas,
a jazmín, a lavanda.
Es mayo, que se va
con su cara radiante de tanta lozanía.
Lo dicen los jardines.
Lo confirman los parques,
las plazas, las glorietas,
las amplias avenidas.
Y mientras, la ciudad
despierta y se arrebola,
se despereza al sol,
se relaja y respira
el aire transparente de este cínico mayo
que se aleja burlón, pero sin prisas.
Se viste de colores la mañana
y se llena de vida.