Pueblo de antigua hechura,
verano de campo segado
y las aves que en agosto
huyen por las acequias
del maldito perdigón.
Pueblo de campo eterno y retumbado ayer,
polvorientos caminos y casas de piedra
que el invierno y el tiempo vencido
lentamente han cincelado.
Velada memoria que en el camino deja
antiguas cantinas, nuevas plazas
y algún perro mutilado en la puerta de un bar.
Eran bueyes y mulas lo que ahora son tractores,
convenios agrarios y cosechadoras enormes.
Hoy las horas no marcan el tiempo,
todo es en su debido momento
y entretanto los días
siguen siendo cortos en invierno
y en verano prolongados.
Andarán las gallinas por la calle, pasarán los años
y los viajeros que dejaron antiguas raíces
volverán de vez en cuando.
Verán la huella del viento
y sabrán que el tiempo ha pasado.
Dorado verano, abril florido
y estepas nevadas,
historias contadas sin terminar
… y en la puerta de un bar,
duerme un perro olvidado.