Éramos como un paseo debajo de la lluvia,
con pétalos caídos de los árboles
y música clásica sonando entre los valles.
Éramos una melodia triste pero tranquila,
sencilla e incompleta,
que guardaba día a día la emoción de acabarse.
Tú dejaste de pintar
y yo de escribir,
porque nada de lo que hacíamos era tan bueno,
ya nada tenía sentido.
Nos habíamos olvidado de todo lo que sabíamos
y yo podría coger el pincel tan bien como tú mi lápiz y libreta.
Éramos como los recuerdos de la infancia,
que acoges en el pecho cuando la noche es triste.
Éramos como aquel jardín encantado que soñé años atrás,
éramos la ciudad inventada a la que siempre quisimos viajar.
Y hoy, después de tanto, lo recuerdo, lo tenía olvidado, pero tú y yo éramos tantas cosas, tantos hogares, tantas carícias y besos.
Tú y yo, éramos.