Era la acera

Era la acera
del viejo callejón
hasta tu casa.

Hoy la recuerdo,
la traigo a la memoria
y con tus pasos.

Veo la tarde
de un día de verano
que fui a verte.

También mañanas
de misas y domingos
que compartimos.

Éramos niños
vendiendo la inocencia
con nuestros ojos.

Porque las manos
se unían y buscaban
en ese tiempo.

Era el reflejo
y el sello de principios
y educación.

Nuestra amistad
basada en el cariño
era muy tierna.

Así crecimos
y nada cuestionamos
porque era justo.

Pero la vida
rompió tanta belleza
cuando crecimos.

Se marchitaron
de pronto primaveras
y poesías.

¡Cuánta nostalgia
me ofrece el callejón
cuando le miro!

Rafael Sánchez Ortega ©
06/03/23

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