Viajé hasta el primer punto de Aries
para atravesar tu luz inextinguible.
Apoyado en la noche exacta que habita
al otro extremo de la frontera constelada,
fuimos viento estelar y labio,
dos animales apareándose junto a la orilla
aferrados al cielo
que cuelga sobre el agua y se mueve.
Sos el pálpito,
que sostiene al tiempo
la lengua iluminada
que anticipa la tormenta,
la ascensión recta
hacia ese instante,
donde nos disolvemos,
que es la eternidad.
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