Se agrieta el sentir, la carne se ablanda,
un terremoto desconfigura los poros.
El agua, buscando salida,
se desliza por tus dedos,
que están justo donde deben estar.
Escalo en el Everest de tus labios,
me adentro en el socavón de tu alma.
Tu silencio me atrae,
y antes de rendirme,
un suspiro,
la energía se expande,
el cuerpo se aprieta,
los músculos se tensan,
y el río, finalmente,
se pierde en un mar lleno de vida.