El frío de enero se acalora.
Se azacana en llevarse la luz.
Se apresura en apagar tu voz.
Y las miradas… Que poco a poco, se resignan.
El frío de enero acuesta el sol sobre los pinares.
Se sombrean los corazones tallados,
y el rocío temprano espejea el matorral.
Amarillo, pardo y verde.
Enero recorta las caricias que huyen hacia los bolsillos.
Se tumba el sol y bosteza en los caminos.
En los que ya regresan, y en los que aún se esconden…
La luz se va, y las voces se ahuecan.
Junto al río las sombras bajan entre los riscos
y llenan las veredas de un aliento helado,
que flota vaporoso, como nubes varadas.
El frío de enero, acalla las tardes,
reseca los besos, cierra los postigos…
Y arruga la piel de los poemas,
que protestan airados a mis pies.