En toda historia

En toda historia hay un antes y un después. En todo cadáver hubo vida, en todo ser vivo hubo un cadáver que se petrificó en los ojos de arena de la quietud.
Escribir…
Somos un párrafo enterrado en los versos de la realidad, aunque ésta se nos presente como tragedia, y no como cadena de endecasílabos que nos aprisiona en el baldaquino de Bernini.
Barrocos sueños de un pasado de tinieblas y muerte en las llamas de la epilepsia.
¿Quienes somos?,
¿Quienes fuimos?,
solo sabemos que seremos ceniza en los rizos del mar.
Hubo vida pero ahora somos estatuas de sal: Él nos ha mirado y el llanto de los olivos corre ladera abajo, y el sol es un nubarrón dorado en los intersticios de la piel.
De tu piel, amada mía.

Cadáveres,
cadáveres arrastrados por la crecida del río,
abrazados a los troncos de los pinos, desciende la muerte…
La muerte desciende.
En toda historia hay una mentira que nos hace esclavos,
en toda esclavitud la mentira es el centro del Universo,
de un universo humano, como una gota de agua,
como el reflejo de tu mirada, amada mía,
en la arena de la quietud.

De tu piel, amada mía,
bebo el tremolar de la luna
(que se aleja, que se oculta)
y el ser vivo que fui es el cadáver que alienta
tu sed de eternidad.
¿Dónde te escondes?,
¿con qué palabras dibujas el rectángulo oscuro y húmedo de la fosa?,
¿Que palpita detrás de los muros de tu corazón?:
un poema, amor mío,
un soneto escrito cuando no volviste
y te quedaste con mis de alas de viento.

En toda historia hay un antes y un después,
pero ya somos todos cadáveres
de un mundo que dejó de soñar.

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… “pero ya somos todos cadáveres
de un mundo que dejó de soñar.”
Triste pero verdad.
Muy buen poema!