Aquí y ahora,
cuando el silencio acuna al ruido,
altivo y regio, centinela erguido,
concedes la palabra al viento,
quien en susurros te revela:
“No seas fantasma en el tiempo,
no estés más tiempo a la espera,
sé trovador de tus vientos,
porque el pasado no llega”.
Aquí y ahora,
mientras contemplo tu porte,
siento más propia tu herida,
la soledad del recuerdo,
cuando el recuerdo se olvida.
Abre la puerta a los vientos
que transmitan tus cantigas,
dales descanso a los muertos,
mira adelante y camina.
Aquí y ahora,
envuelto entre tus murallas,
sintiendo como respiras,
absorto en tus mil batallas,
batallas que son las mías.
Me ofreces tus vientos nuevos
donde alcanzar la salida,
cuando al mirarme al espejo
halle torres y no ruinas.
Muchas gracias María.
Fue al alba de un día del mes de Julio del año pasado, en el interior de aquello que nunca sentí como unas ruinas “el Castillo de Lanjarón”, donde nacieron estos versos. Estoy seguro que hoy su muralla y torre se llenarán de gozo con tus elogios.
Un abrazo.
Majestuoso eleva su cuello a lo alto…
Lo busqué en Wikipedia, no lo conocía, visité Granada pero no sabía de su existencia, en mi próximo viaje lo visito.
Gracias de nuevo por esos bellos versos.
Yo lo conocí al visitar la Alpujarra Granadina.
Un lugar muy bello.
Sus espectaculares pueblos blancos dentro de un enclave natural bellísimo, hacen que valga la pena visitarlo.
Hermosa introspección la que haces sobre el castillo, lo interiorizaste muy bien…
A mí también me atraen esas fortalezas y ruinas del pasado,.son muy poéticas…
Hermoso tu poema!
Saludos, José Antonio.