Cuando me muera
llegaran los halagos
los elogios, los aplausos
y el panegírico que resuma mi vida
en el incienso del instante de la despedida.
Dirán:
“era el poeta del susurro y del silencio”
y mi recuerdo brillara sin conciencia.
Pasara el tiempo
y los que en la despedida
aplaudían con alabanzas
no recordaran quien fui,
ni tan siquiera mi nombre,
pero es posible
que le suenen los versos
que escribí es su día
en la soledad del silencio.
En esa despedida
no habrá ninguna
de mis palabras,
esas con las que sueño
cada lubrican matutino,
pero seré esa sombra
que sobrevuela silencioso
en el concierto
de vuestra vida.
Quizás no recuerdes mi nombre
pero quizás, si recuerdes las estrofas
de estos versos que sueñan con el mañana
y entonces seguiré siendo
ese poeta muerto
que sigue en el recuerdo.
Pippo Bunorrotri.