El sol de medianoche
silva una melodía descendente,
las estrellas maquilladas
con el polen de un clavel mustio.
Una guitarra melancólica,
en el rincón de una habitación,
recita una estrofa rota;
la estrofa que el poeta, nunca finalizo.
Una mirada extraviada
frente a una ventana estéril,
el viento dibuja espejismos
y el humo del cigarrillo escribe un nombre.
La sed de una caricia empolvada
y una fotografía desocupada,
delínea paralelamente;
la ausencia…
de un semblante en el espejo,
embriagare mis vicios.