Fuego,
ella era como el fuego,
quemaba mi alma con sus ojos llameantes,
derretía mi corazón sin compasión; sin permiso y sin perdón,
me envolvía en sus brazos ardientes,
dejándome echo cenizas,
a merced de la muerte,
inútil,
extinto,
flamas de vida,
flamas de muerte.
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Qué bella inspiración es todo tu poema!!!
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¡Gracias, Lucia! Un abrazo gigantesco.
Versos incinerantes en la hoguera de tu poema !!
Te ha quedado muy bien.
me envolvía en sus brazos ardientes,
dejándome echo cenizas,
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¡Gracias, Alejandro! Un honor siempre leerte. Un enorme abrazo,
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¡Fascinante!
Ella, era, sin dudas, arrasadora.
¡Precioso poema!
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¡Gracias, Aldanalisi! Fuego de vida, un fuego mortal. Besos y abrazos.
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