Es largo el camino que conduce a las sombras,
a la lejana morada donde habita el susurro
de elefantes moribundos,
de arcángeles que sollozan en la niebla.
Entre las peñas, los huesos amarillos,
el fétido perfume de la muerte,
descansa el legado de la tribu.
Atrás quedaron la fatiga, las llagas que surcan
los párpados, la inútil fe de los justos,
la insoportable fragilidad de la ternura.
Ya reposan junto a los fantasmas
de los viejos elefantes azules.
Impresiona la realidad de tu poema.
Es tan delirante y el delirio siempre de procede de crudas realidades.
Todo un susurro dolorido y sabio de versos, toda una simbología del caminar de la vida hasta llegar a su destino, poeta!!!
Gran poema, con un tono casi apocalíptico…todo un camino para llegar a ese cementerio de los elefantes.
Un abrazo, José Antonio.
Muchas gracias por tu interesante reflexión. Un saludo.
Muchas gracias por tu enriquecedor comentario. Saludos.
Tiene algo de revelador la timidez y recogimiento de tan noble animal al llegar a su última singladura. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
Maravilla!
Muchas gracias. Me alegro que te guste. Saludos.
Se ven los pausados andares de los elefantes sobre los versos del poema. Qué bien conseguido.
Muchas gracias por tu meditado comentario. Saludos.