Una golondrina,
me roba la mirada
mientras veo
cómo o el viento se cuela
entre los pasillos floreados
de verde primavera
con el sonido de las olas
batiendo en mi memoria.
La sigo entre las esquinas
de los tejados de barro
desconchados por el tiempo
de desconsuelo de una sociedad
que se abandona en las horas
esperando esos días
que vendrán llenos de ilusiones
y partirán dejando
más de lo mismo.
El vuelo de la golondrina
me lleva junto a la estantería
donde adormecen los libros,
mi singular curiosidad
me mete en un libro
fingiendo vivir su historia
mientras mi cuerpo
envuelto en el humo
del tabaco de mi pipa
espera mi regreso
de caballero andante
por las letras
de la fantasía de otro.
Ciudades de papel
con su propio día a día
y su tiempo sin descuento,
con la risa de unos niños
indefinidos,
con las huellas de unos hombres
cuyo futuro
no está más allá del fin,
con las calles sin ruidos
donde conoces el significado
de lo que se aprende,
de lo que pasa desapercibido
en la vida real.
Ardientes enamorados
que su pasión
pintan en las sábanas
mientras mi mirada
busca entre las sombras,
de los recuerdos,
quién fue
mi última enamorada
que su pasión dejó
en el chasquido
de mis dedos.
El vuelo de la golondrina
se pierde entre los tejados,
el viento es una simple brisa
en el atardecer
de esta primavera,
el sonido de la ciudad
golpea mi memoria,
el libro se cierra
y yo regreso
al tumulto del día.
Alzo la mirada,
para ver a la golondrina
y solo veo
cómo las nubes
hacen su nido,
esos inquietantes buzones
donde espera
el mañana.
Poemario Trinchera Infinita
Pippo Bunorrotri