Me dejaste sin versos y sin vinos;
esos versos que surgen de las cepas
y pasan su niñez entre barricas,
para llenar de vida nuestras venas.
Se fue el placer de utilizar palabras
con raíces griegas y romanas
que el público vulgar tenía olvidadas
sin ver ni su sentido ni su magia.
Qué huérfanos noté mis sentimientos
cuando perdí tu norte en un instante
sin que estuviera previsto de antemano
tu cósmico y transcendental viaje.
La esencia de las horas compartidas
ha quedado pendiendo de un alambre,
renegando de tu pronta despedida,
esperando renacer si sopla el aire.
No puedo ver llegar la primavera
sin compartir contigo el jubileo
de yemas que revientan los almendros
y abejas que susurran a mi oído.
Ni pasar del verano los calores
adormecido en una larga siesta,
jugando con las luces y las sombras,
esperando con ansia que oscurezca.
El otoño llegará y entre las hojas
que de ocre pintarán las enramadas
se extraviarán las voces y los ecos
dejando nuestras charlas silenciadas.
Cómo aguantar los inviernos avileños
que hacen crujir los cuerpos y las almas
igual que cruje el hielo del nevero
en las gargantas de la sierra blanca.
Cómo olvidar tus versos contenidos,
esas rimas medidas, meditadas,
cargadas de nostalgia por tu tierra,
preñadas de sapiencia fermentada.
La Senda, sin versos y sin vinos,
perderá el encanto y la esperanza;
se hará mucho más larga y aburrida,
más lineal, más vulgar, y más cansada.
Espérame en la curva que da el Río,
en el alto que domina la quebrada,
donde el alma tiende a volar libre
y a perderse rauda en lontananza.
Al llegar al Recodo del Destino,
tapizado de helechos y hojarasca,
alegrado por pájaros cantores,
entenderé que está cerca La Casa,
y al encontrarte allí, con mis amigos,
comprenderé que fue feraz mi andanza.
Me desharé del peso del macuto,
dejaré mis vivencias en la entrada:
La pluma, los pinceles y acuarelas,
mis versos, mis prismáticos, mi cámara…
Y despojado así de nimiedades
apuraré ese vino que se acaba.
(A mi amigo Auxilio, gran compañero de versos y de vinos).
Enero de 2023.