El viejo caballero enamorado,
Francisco de Quevedo, junto al puente
de Brooklyn, rememora aquella fuente
del antiguo Madrid, enajenado.
Busca la vieja espada, el desgastado
rumor de aquellos pasos, la corriente
de aquel pequeño río. No comprende
que este es otro paisaje desterrado.
Pero ve, al otro lado, a Don Quijote,
montado en Rocinante,casi al trote,
atacando a los taxis amarillos.
Y sonríe, pensando en esa hazaña,
tan lejos de la vida y de su España,
de sus luces, sus sombras, sus castillos…
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Hermosa incursión lírica y literaria del pasado…en el presente.
Siempre habrá “Quijotes”…
Excelente soneto! 


Gracias por participar en el Reto del Libro!
Un abrazo, José Antonio.
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Todo está relacionado en la vida y en la cultura.Todo es y no es, incluso Don Quijote. Muchas gracias por el comentario. Un saludo.
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¡Qué bonitas imágenes! De oro.
Gracias por compartir
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Gracias a ti por leerlo. Un saludo.
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Muchísimas gracias por participar!
Salud y Poesía!


Sinmi
7
Magnífico!!
Afortunadamente siempre hay Quijotes. Saludos cordiales. 
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Siempre los habrá. Es nuestro mayor símbolo. Muchas gracias
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