¿Dónde se esconde el tiempo no vivido?
Entre las marionetas polvorientas
queda un gesto, unas tibias e irredentas
palabras, que atesoran lo perdido.
En el roto escenario, carcomido,
danzan sueños errantes, cenicientas
sin rostro y sin carroza, somnolientas
vísperas de memorias y de olvido.
Se oye la vieja música inocente,
la risa de los niños, la imprudente
sonrisa de la dulce primavera.
Sólo queda este roto decorado,
la promesa de un mundo inacabado,
de una inútil y sórdida quimera.