Cuando el sonido de la guerra indigna
borra el silencio de la historia buena,
haciendo reventar el alma en pena,
¡malhaya! la razón que se resigna.
Y la de todo aquel cuya consigna
sea el negocio con la vida ajena,
yendo a dar con sus huesos en la trena
donde su alma reviente por maligna.
Que el jurado que dicte veredicto
si aún queda bondad en este mundo
a nadie considere igual inmune,
por culpable del sádico conflicto
con el NO más enérgico y rotundo
si acaso se creyera igual de impune.