El puente

¡Maldito, está maldito!¡ Permaneced alejados!

Hoy cumpliría dieciocho y había decidido saltarse esa absurda prohibición.

Sus padres no le habían visto salir. Al volver la vista atrás distinguió el perfil dormido del pueblo y el camino de serpentina que le había conducido hasta allí.

Ahora por fin lo tenía enfrente. Bello, misterioso, magnífico.

Sobrecogido, pensó que sería la primer persona en cruzarlo.

El cíclope de piedra le observaba atento a través de su inmenso ojo seco flanqueado por un abismo de granito y retama. Nunca hubo puente más bello -pensó, mientras retiraba con esfuerzo la roca que cegaba la entrada.

Al otro lado, el valle se extendía en un altozano cubierto de cerezos.

Cuando pisó el mármol desgastado le invadió una irrefrenable sensación de vitalidad y comenzó a bailar brincando sin parar hacia el extremo opuesto. Creyó ver unos extraños signos y algunas huellas grabadas en la piedra, todas en una única dirección.

Ya en el otro lado, agotado, se tendió sobre el suelo y cayó en un profundo sueño.

Sus piernas se hundieron en la tierra y los dedos de los pies se extendieron sedientos en el subsuelo. Su tronco se irguió y sus brazos se alzaron con las manos ramificadas respirando el aire frío del invierno. Sus ojos se tornaron en cerezas.

El viejo puente esbozó una sonrisa de mármol.

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Un relato que me atrapó…
Muy bueno y bien contado! :clap::clap:
Cuando pase por un puente, me acordaré de él…:blush::blush::sweat_smile:
Saludos, Pedro.:rose:

Muchas gracias por tu comentario María :blush:

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