El preso del sueño

Sufro pesadillas
que me impiden ser libre,
¡me tienen de rodillas!

Sufro mal de amor,
¿qué más me da?
Lo arreglo jugando
con mi propia vida.

Sufro melancolía
en versos obscenos,
tengo escenografías.

Parezco un todoterreno,
una bala al costado,
un asalto a Nueva York.

La policía,
los dientes,
la Guardia Civil.

La boca,
que limpia y ensucia mi nombre,
a veces se equivoca.

Meten preso
a uno que no lo es,
y el pobre corderito
no sabe hablar francés.

Cuando lleva tiempo,
no el amor llega a su puerta.
Entra un rubio muy grande y le dice:

—La cara
se te transparenta.

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En el delirio de tus letras se percibe lucidez: el caos se vuelve conciencia poética.

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