El poema muy largo: "Locus de control"

[…]
ni el primero de nada, en parte alguna:
ni en la escuela, ni en la universidad,
----en los trabajos.
Encontré siempre alguno mejor adaptado:
comenzaba yo brillando,
deslumbrando acaso,
para luego ser sobrepasado por algún compañero, rival o colega:
siempre fui consciente,
e impotente;
y ciertamente nunca eché la culpa fuera:
un “locus de control” interno bien fraguado:
moral de vencedores,
como la de Cartago


(no, no fue como siempre cuatro romanos y cinco cartagineses,
fue como siempre: cuatro romanos y todos los cartagineses);


no importa:
el fracaso es cosa propia,
los otros son por naturaleza…


(no sería propio de un poema interminable,
la grosería inoportuna,
y, además, soy cada vez más clemente conmigo,
¿y mis hermanos:
el sarcasmo también es impotente?)


Podría recorrer los lugares y los nombres,
ahora, en el colegio,
entre aquellas piedras viejas,
o, antes, entre el ladrillo extraño,
y el revoco amarillo de la escuela nacional,
ya entonces pija,
con la cita de Aquino sobre el dintel
de la puerta que daba acceso a la parte de las niñas,
y la otra cita, que no recuerdo,
por donde entrábamos los niños;
----después, entre los discretos cubos de arquitectura funcional,
sobre el teso del río,
brillando humildes a la vera de la catedral,
----más tarde,
----incluso más tarde, …
siempre encontré un compañero,
uno,
mejor, más adaptado;
y no importa,
yo nunca quise competir:
buscaba un padre débil,
y un camarada asequible…,
y no, no creo haber sentido nunca una tentación lasciva:
mi sexualidad ha sido pobre,
pero definida:
los sueños púberes de mujeres de cómic,
de ingenuos arquetipos de revista obscena,
también me han asaltado…,
pero pobre, muy pobre,
¿hablaré ahora de ello?
¿cómo ingenuos,
---- cómo una confesión en pretérito perfecto?
Ni mi vida ha acabado,
ni lo ha hecho mi erotismo;
fue, ha sido o es como todos mis deseos:
todo lo que me gusta,
no sé si me ha gustado,
----lo he apreciado en su auténtica medida:
la de ladrillos -no, vivo en Salamanca: sillares de mi vida.
Estar de vuelta sin haber recorrido los caminos,
llegar a la ataraxia sin haber padecido los síntomas,
y despreciar ridículamente el poema ridículo:
¿dónde está la soberbia:
en agradecer a Dios la inocencia,
----en suplicar a Dios aplazar el pago?
-No ahora, no ahora-.
En un universo sin principio ni fin, todo pasa,
luego sólo un momento,
cualquier momento,
vale todo…
Pero yo nunca lo supe, o lo sé, o lo he sabido.
¿Y ahora, qué?
¿Con el mismo ritmo demorado,
narraré todas las agonías adolescentes,
----de mi confusa juventud,
----de mi madurez sin adjetivos?
Y, sin embargo, seguramente miento.
Porque, sí, yo he sido adolescente
en días idénticos a nubes,
y joven sobre potro sin freno,
y con puñal al cinto,
y hombre, al cabo,
que quiso ser,
en el buen sentido de la palabra, bueno.
Y, sin embargo, probablemente miento…
[…]

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¡Grandioso ! Me gustaron a punto de encanto varías cosas del poema, el tiempo en primera persona, el contexto psicológico muy aproximado al monólogo. La alusión enfatizada del todos contra uno que atañe los humanos ,« fue como siempre cuatro romanos y todos los cartagineses » y la asintomática predicción de lo indesible, aquello que quedó para la imaginación de lector.
Aplausos.

Gracias. Hace tiempo que no leo y que también publico poco…, algo cada dos semanas, si acaso. Ya vendrán tiempos más fértiles. Gracias, de nuevo.

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