El poema largo (Psicoanálisis: el lento sueño de la infancia, yo nací)

[…]
Yo era un niño,
como todos hemos sido,
pero por qué (casi) todo en mi recuerdo es tan amargo:
sin duda, si lo pienso, tuve celos de mi hermano mayor y salí perdiendo,
¿tuvo él celos de mí?
¿fui yo culpable?
Yo a mi padre le quería,
tal vez porque con él me identificaba,
porque el mando en plaza era de mi madre,
que sentía una clara debilidad por Jesús y por Mercedes,
los dos del medio,
aliados naturales,
y yo pequeño tuve que apoyarme en Mari Tere, la mayor,
y luego nació Ángel…
Absurdos equilibrios de familia numerosa.
Política de pasillo, de cuarto de estar, de inocente alcoba:
Entonces,
como destellos surgen mil imágenes,
que a duras penas abarco:
Yo nací cabe la plaza, en las escaleras de Pinto, que dan al mercado.
Por tanto, en la antigua plaza mayor más grande de la cristiandad
(según afirmó Cortés, el gran conquistador de Méjico
al compararla con la de Tenochitlan).
Una casa enorme, alargada, apta para todo misterio y todo juego,
abierta a la calle y patios varios;
viví allí hasta los ocho años recién cumplidos: soy niño y me aburro. […]

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Recuerdos de una infancia que a veces no comprendemos al recordar.

Gracias. Hoy he recordado al hablar de los recuerdos, esta pálabra: vértigo.