Espero que caiga tu tristeza en los poemas,
que dejes esa maldad en las palabras.
Las bestias que se ocultan en tu sombra,
deben emanciparse de tu voluntad desgraciada.
Las palabras son buenos refugios,
pueden ser intrincados laberintos.
Aunque el silencio parezca del misterio,
el misterio mas grande es el que ocultan los versos.
Así es, el silencio es un embaucador,
un traidor para los incautos que lo buscan.
Los venenos que uno porta, quedan intactos,
sin palabras no hay cárceles donde encerrarlos.
Espero, que desde el fondo de tu corazón,
escribas un poema que guarde tu demencia.
Y ese escrito, aquella pieza, será para siempre tu relicario,
lo vas a atesorar igual que se atesoran los regalos de un amor.
Porque será tu amor propio quien te regale ese espacio,
amor a tu alma y a ti misma que te dará un respiro, del dolor.
Pon eso que te inquieta en un bosque de letras,
en una cascada que pueda drenar todas tus penitencias.
Un flujo que pueda leerse tanto de arriba hacia abajo,
como de abajo hacia arriba, sin perder el sentido.
Una obra maestra para la quietud de tu espíritu,
que no tenga rimas ni disonancias, pero que si guarde contenido.
Suficiente mensaje como para llenar un corazón,
algo que pueda consolar a lo inconsolable, del mundo.
Y si consigues semejante poesía, verás algo jamás imaginado,
verás que el sentido de la vida está vacío, pero completo.
Aunque los poetas sean mentirosos y traidores,
la belleza en la libertad es algo que nadie puede negar.
Y los poetas son tan libres como las palabras.