Quizá la vida esconda, todavía,
el perfume de un beso adolescente;
la caricia de un labio, la inocente
sonrisa enamorada, toda mía.
Quizá vuelvan los años, la alegría
y el gozo de tus ojos, la creciente
ternura de tus manos, y la ardiente
figura de tu voz; su melodía.
Sé que tú hiciste el mundo y su latido;
que creaste las rosas, el sonido
de los astros, la luz de lo sagrado.
Sálvame de la nada en la que vivo.
He estado solo, como un pájaro cautivo,
esperando que vengas a mi lado.