El parking de cada uno

Seguiré, hoy mañana y siempre, en el mismo automóvil borracho y luciente;
atascado en el mismo tráfico feroz e indomable, pero sin hora;
meditando elementales porqués: dándoles muchas vueltas: siempre sin querer;
anhelando con toda la entraña tuerta de mí mismo: que no me hayan arrebatado ya
el mejor puesto en el parking de la Melancolía.

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