El mejor beso de mi vida
se dio una noche cualquiera,
entre el aroma de la miel
y el vaivén de mis caderas.
El mejor beso de mi vida
no nació de nuestros labios,
sino del roce de las almas
entre suspiros ahogados.
El mejor beso de mi vida
se dio una noche de luna llena,
y la marea trajo consigo
tus más íntimas penas.
Recuerdo así tus lágrimas
enterneciendo tu mirada,
implacables portavoces
de las angustias del alma.
El mejor beso de mi vida
desvaneció toda promesa,
prescindible para aquellos
que ante el amor no titubean,
prescindible para aquellos
que como aman, besan.