El libro de chistes

Heme aquí escribiendo nuevamente,
jugando con los mortíferos versos que fórmula esta mente,
con esta etiqueta de demente
haciendo énfasis, como siempre, a la muerte.

Pronosticando lo que está por acontecer con bases en lo ya aconteció;
pues mi dominio esta cimentado en el ayer
y mi consciencia se prostituyó con momentos pasados de mi ser,
nadie olvida un buen follón;
así que estoy condenado a recordar semejante calentón.

Masoquistas, indiferentes y asesinos fetiches,
son la parte más cliché de este ácrono acto sexual,
sexo atemporal; pues cuando el show acaba se reinicia en otra tanda.
¡El show debe continuar! para los payasos, bestias, trapecistas y nudistas de este circo mental;
honrar su contrato es fundamental,
lejos de este en tercera persona percibes lo real.
Sólo por contextualizar. Recuerda los consejos de espejo a avatar,
adulterar el contrato que el destino firmó por ti
es crear una vasija con vacíos intermedios entre si.

Un destino no correspondido no es lo mismo que un amor prohibido,
en el segundo tú participas, en el primero lo hace algo más,
además que es un hecho que un humano por si sólo no puede crear a otro,
esa vasija que creas cuando despedazas el contrato del destino
no acoge sentimientos alegres, tristes, burdos o finos,
como si fuera un cuadro en un pupitre
alabado y criticado por miembros del jurado,
el pintor es el que siente las opiniones;
pero pregunto. ¿Qué es lo que siente el cuadro?.
Entre metáforas justifico a otras metáforas,
pareciera que sólo soy capaz de hablar entre bitácoras.

Irónicamente el escritor es quien tiene más dificultades al escribir,
sentenciado a redactar sus textos de la manera en que los percibe,
dejando que las figuras literarias se le encimen en la mano cuando escribe,
ocasionando que las frases y los versos terminen empaquetados como símiles, epítetos, onomatopeyas, antítesis, comparaciones, personificaciones y metáforas,
cuando su contenido podría haber sido idealizado de otra manera
un tanto menos discreta. ¿Qué digo?. De forma directa.

Cada palabra que forma parte dentro de mis versos tiene un significado,
podría estar explícito o metaforizado,
oculto o a la intemperie,
simple o fuera de serie,
visible para ojos ajenos a los míos o reducido a los propios;
sin embargo, su trayecto es el de un nómada,
sin planos, ni mapas, ni brújulas sólo caminos y más caminos,
senderos, pantanos, abismos y todo lo que se cruce conmigo,
ya sea lo habitual, miembros del gremio de payasos asesinos conocidos como la sociedad,
cuyo trabajo es enterrar la idea utópica de libertad,
sus actos siguen las secciones de sus libros de chistes,
una de las más chistosa y más empleada se titula: “El bien y el mal”;
en base a ella se asignan los roles.

Ese payaso que tiene el cuchillo lleno de salsa de tomate,
que la misma salsa le salpicó en el delantal,
es el payaso malo y rebelde que se queda con las bestias en la jaula,
el otro payaso que se desmayó
cuando la salsa de tomate su delantal también salpicó,
ya terminó su acto. ¡Venga nos reímos y continuamos!,
por el otro lado esta ese mismo payaso asesino que seguía a detalle la sección “bullying”,
solía cantar del otro y los cantos se convertían en operas cuando muchos más payasos lo acompañaban,
día a día el mismo show se montaba, aveces se le añadía uno que otro retoque morado en el maquillaje del payaso rebelde.
Al payaso rebelde le caía mucho sucio en el ojo, bueno lo asumo, porque no creo que llorara por antojo,
además que cuando las lágrimas cesaban era cuando su cara enojada se presentaba,
no creo que fue una simple casualidad que su cara cambiara estando en un lugar cerrado,
con un cuchillo empapado de salsa de tomate y en el suelo un desmayado.
Su cara cambió porque los lugares más sucios son las sociedades,
estando en lugares cerrados y autóctonos, alejados de la sociedad, la mierda o sucio se reduce al tuyo propio,
bueno, al menos es lo que dijó después de que una cámara al costado de la puerta lo grabara
y justo antes de que un payaso asesino con el rol de poner roles lo interrogara.
Lo siguiente fue la jaula;
pero no sin que antes el payaso rebelde diga: “No me arrepiento de nada”.

El payaso que lo interrogó cuyo rol es poner roles,
según su libro de chistes, toma los controles en nombre de la justicia;
pero a la vez la separa de su hermana gemela venganza.
Justicia y venganza hermanas gemelas de crianza.
Bueno las separa sólo con su habla; pues sus acciones no cogen su palabra,
ya que aquel que rechaza la venganza;
pero no titubeó en mandar al payaso rebelde a la jaula
(un tormentoso lugar que privó al payaso rebelde de su libertad,
al igual que este último lo hizo con aquel payaso asesino),
confunde a la venganza con la justicia;
no lo culpo, al ser gemelas su apariencia es la misma,
su esencia no tan distinta,
su función conjunta; pues no hay justicia sin una venganza justa.

No tengo nada más que decir al respecto,
sólo elogio su buen número.
La torpeza del payaso cuyo rol es poner roles es un chiste bien escrito,
al igual que ése que no está escrito pero toma forma como mito,
ese que trata de poner un autor a un libro anónimo,
que incluso crea una portada donde en la parte baja se encuentra su pseudónimo: Dios
y en la parte alta como subtítulo: Religión.
Las portadas no gozan de una única edición;
ya que el pseudónimo Dios no es propio de un solo autor,
habiendo demasiados autores es de imaginar diferentes subtítulos en sus publicaciones,
un libro de chistes con portadas de diferentes editoriales.
Entre casas editoriales existe una rivalidad cuya finalidad es demostrar cual, de todas ellas, se acopla mejor al libro de chistes que se titula: Sociedad.
Claro esta que aparte de la casa editorial hay mucho más,
como aquellos que alegan de las portadas; pero se apegan al libro de chistes,
como aquellos que prefieren una edición del libro sin portada
porque consideran que para su libro de chistes la fantasía no es adecuada;
pero, estos, constantemente divagan del karma, del amor y de la paz;
así que al final todos terminan siendo lo mismo.
Un payaso indistintamente de como se mire pertenece al circo, resumo todo en un simple un aforismo.

La vestimenta también tiene líneas dentro del libro de chistes,
acaso no es la sección “Moda” la que te aconseja cuando te vistes,
misma sección que te recomendó la música que oíste,
la que eligió el estilo con que te hiciste uno,
la que está en boca de todos de diferentes modos;
pues la moda es colectiva; pero aún en lo colectivo existe un aparente distintivo,
recuerda que tanto blancos como negros son personas;
sin embargo, cuando se les clasifica se hace por razas,
aún en un delirio colectivo existe un distintivo clasificatorio,
a la vista de un plazo de tiempo irrisorio,
a la espera de que el barniz se escurra del accesorio para comprar otro.
Algo tan vano y pasajero como los instantes no tan malos en mis sueños,
la moda es la carnada que atrapa al menos astuto,
por ello y en consecuencia de ello el camino que las masas recorre siempre será el equivocado,
el número del payaso tonto y insensato es, en efecto, chistoso
y claramente es mucho más vistoso cuando es numeroso el grupo que la práctica.

Al igual que las modas el libro de chistes esta en constante cambio,
para hacerlo más claro el libro de chistes se subdivide en volúmenes,
cada volumen corresponde a un período,
cada período tiene un apodo,
ya sea modernismo o postmodernismo, prehistoria o antigüedad,
incluso pasado y futuro;
pues me consta que siempre hubo una sociedad como también que siempre lo habrá.

Siento que mis manos se endurecen,
tal vez sea una señal que el final esta cerca,
sé que quizás soy una anomalía estrambótica dentro del cuerpo de la sociedad
por captar su sistema como un chiste,
de ahí “El libro de chistes”,
por ver cómo el payaso asesino a aquel que en base a su libro de chistes no comete un delito,
por redactar tan estrafalarios escritos,
por considerarme el único público en la grada del circo,
por asemejar al libro de chistes con la tabla de los mandamientos.
Contenedores de reglas sin estar escritas;
pues nunca hubo una tabla de mandamientos como tampoco un libro de chistes;
aunque parece que siempre los hubo, seguimos unas reglas que no existen
y si las reglas existen ¿Quién las pone?.
¿Quién se antepone en nuestras decisiones?.
La libertad a elegir no nos corresponde,
esa es la realidad que el libro de chistes ,entre manos, esconde,
y, para colmo, quien está exento de su labor de payaso
esta condenado al fracaso.
Sólo quien trabaja en el circo recibe pago.

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