El guiñol

¿No es cierto que el día de autos,
mientras la gente dormía,
estalló usted en aplausos
al paso de su vecina?

Sólo quise, señoría,
al contemplar tal beldad
elogiar su lozanía.
Ésa es toda la verdad.

No me casa su relato
con lo que allí acontecía
según consta en atestado
que me envió la policía.

Debe saber vuecencia
que importunar no quería,
no hubo ninguna indecencia
en mi euforia repentina

Ella además testimonia
que al cruzarse en la escalera
la miró usted a la cara
con patente desvergüenza

Ya les dije yo a mis ojos
que de mirar se abstuvieran,
no fuera a ser que por ello
la desgracia me trajeran

¿Me está usted tomando el pelo?
Dios me libre, su eminencia,
nada más lejos, lo juro,
que cuestionar su sapiencia.

Por probados doy los hechos
y terminada esta vista,
con condena, por descaro,
a dos semanas y un día.

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