El gato del tejado

y la noche más triste
arruina mi vida en tantas horas
que parece un instante tan absurdo
el tiempo en el que casi lo tuve todo
bajo los puños repletos se papel
con todas las epopeyas que ahora
se arrugan a mis pies para no escuchar
conversaciones de adultos
que acaban con el desenlace tan anticipado,
la despedida más tenaz de los viejos hábitos
que se han quedado sin espacio;
qué grito más desgarrador
el de la tinta empujada por las cosas
que nunca dije y ahora regalo sin perdón
a quienes me han convertido
en la mejor tragedia de mi estirpe.

qué momento más lúcido
el de la madrugada a tientas
bajo las mesas donde no puedan verme
escribir una carta al gato de mi tejado
con todos mis remordimientos,
mis deseos en horas bajas suponen
una vergüenza para la única parte de mí
que aún encuentra consuelo
entre los rosales;
me han derribado y no consigo levantarme,
hecha una pieza de imitación en sus paredes,
un nombre en los recuerdos peor enterrados,
un jarrón al que mirar
cuando dejen un libro sin terminar.

y después de una quincena tras mi picardía
toda mi maldad se queda en falacia
porque no soy más que la parte
más pequeña de mi nombre
y la caza de brujas
más innecesaria de la historia;
qué momento más valioso y echado a perder,
no hay honor entre ladrones
y a mí no me queda más sangre que regalar.

me gustaría quedarme,
pero no soy capaz de culparme
con todos los males del mundo
y los días sin llorar si me tocas
cada vez son más largos;
me han convertido
en la persona más débil que conozco
y ahora estoy en ruinas:
todo es justo para la poesía,
he perdido ante mis iras
hasta que apenas me he reconocido
y aún siguen sin comprender
lo mucho que adoraba este sitio,
quién podría saber que mi exilio
les convertiría en la pérdida
más grande de mi vida.

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