Arremeten las olas cual corceles desbocados contra la torre guía; el faro se yergue y con su afilada luz rasga la bruma en las sombrías tardes. Como niños perdidos, los barcos y veleros buscan la mano que les da confianza, dedos cual haces de luz esbozan el camino a puerto seguro. El ocaso frío, un ladrón furtivo que sustrae el calor de las aguas, apaga la tarde y enceguece el sendero; y el faro, campeón de las lumbreras naúticas brinda sosiego y respiro a los navegantes navíos.
Esta otoñal tarde pinta de gris el mar y el cielo.