El estruendo de los pajarillos

Espantado sacudió el espejo, cuando sus ojos se adaptaron a la luz del gabinete, comprobó que un hombre lo observaba con hastío. El hombre sentado en el viejo sillón, fumaba.

El gabinete estaba frío, con esa frialdad burlona que poseen los destinos que están a punto de resolverse … , y que se acercan.

Era inevitable que las miradas tropezaran. El encontronazo resaltó la repugnancia de la sangre. Mientras se resolvía el futuro, el gabinete quedó inundado por una atmósfera de trivialidad.

Deliberó la conveniencia de volver al espejo, pero esto resultó un imposible y además lo considero una cobardía innecesaria.

Se entregó a los acontecimientos confiando que el destino impondría sus alternativas.

Sobre las cinco de la tarde, un estampido precipitó a centenares de pajarillos en un frenético vuelo de sorpresa y miedo.

La loca algarabía alarmó a los pocos transeúntes, que a esas horas circulaban por la calle.

Cuando los celulares llegaron, todas las hipótesis que fueron manejadas por la vecindad, ya estaban agotadas, imponiéndose las manidas certezas ,… el suceso era inevitable , se le veía venir.

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Muy buen texto parece un pasaje de cualquier novela negra, que atrapa desde el principio al lector. Un saludo.

Muchas gracias por su amable lectura. Un saludo cordial.