Es el viento un corcel
cabalgando en los ríos del cielo,
cayendo en cascadas
en las ramas del árbol dragón;
sus hojas escupen fuego
sobre la tez del rojizo horizonte.
Y tu cuerpo,
ese lienzo cristalino y largo,
como el riachuelo;
y mis ojos,
pinceles de manantial turmalina.
Y tu boca de agua
es el río que me lleva hasta el mar.
Tu cintura de barca sin timón
me arrastra a las cataratas
de tu mundo salvaje,
donde el corcel y el dragón
se funden;
y tu piel de tigre indómito, se anuda
a las cuerdas de mis dedos.
Y desde el Edén de tu vientre
fluyes hontanares vírgenes
que desembocan en el cráter
de mi boca de fuego.
Cuando escribes de manera apasionada eres único, manejas la palabra de manera tan sensorial, que el lector se ve transportado a otro mundo, donde sólo vives tú y tu imaginación de poeta de los grandes. Espléndido poema. Un saludo.
Que lindo poema Alejandro, la exaltación de lo exótico con palabras exquisitas divinamente conjugadas. Y en la imagen que juega muy bien con tu poema, me encanta los dos amantes que se forman en las nubes, los caballos y el agua que corren libres, así como la mujer sensual que lee.
Maravilloso el poema, Alejandro.
Ya nos tienes acostumbrados a esos versos magistrales, haciendo malabares intachables con las metáforas, siempre atractivas y hermosas.
Felicitaciones
Abrazos